Julia Casado, vinatera artesana

Linda Silva
6 min readDec 27, 2019

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Hablamos con Julia casado, a.k.a. La del Terreno. Aire fresco, vivaz y sin pelos en la lengua. Su perseverancia y consciencia de que todo trabajo hecho con pasión y esfuerzo tarde o temprano da sus frutos, empieza a verse reflejado desde hace algún tiempo en su proyecto vinícola situado en Bullas, Murcia.

Fotos cortesía de Julia Casado

Julia viene de la sensibilidad, del arte de sacar partido de las cosas bellas. Eligió la vida vinícola casi por casualidad, cuando una beca universitaria la llevó al Palatinado en Alemania. Allí redescubrió el contacto con la tierra desde otra perspectiva, y lo que en principio era parte de su trabajo de fin de carrera, se convirtió en pasión profesional.

Sus inicios en el mundo del vino tienen poco que ver con tener orígenes puramente vinícolas. De madre psicóloga y padre biólogo, estudió violonchelo desde muy joven, y se marchó a Alemania para proseguir estos estudios en la universidad. Allí pasó 5 años: “me fui a estudiar violonchelo a la Musikhoschschule de Heidelberg-Mannheim en 2005, y paralelamente cursaba Ingeniería Agrícola en España, así que en 2008 pedí un permiso de 6 meses para hacer unas prácticas y acabar la Ingeniería, y como me encontraba en el sur de Alemania, en una zona de bodegas de vino, “tocar puertas (literalmente)en la Weinstrasse, concretamente en Neustadt”. Allí fue donde pisé por primera vez una viña con 22 años, y me gustó mucho; me pusieron a llevar una furgoneta por esos caminos, y el contacto con la tierra me devolvió la ilusión. Fue a raíz de esa experiencia en el Palatinado que me animé a empezar los estudios en enología.

Tiempo después me dieron un premio para pasar 3 meses en Vega Sicilia, eso me abrió las puertas para irme a Argentina y a Uruguay a otras bodegas, y cuando volví a España empecé a trabajar en la zona de Jumilla”.

Con varias vivencias en su mochila, por fin llegó el momento de asentar unas bases, de conseguir su cuarto propio donde experimentar y poner en práctica lo aprendido. “Había escuchado hablar de Bullas, que era una zona muy diferente. Me fui a conocerlo, y preguntando en el bar del pueblo por los parajes de la zona localicé a los dueños de las parcelas que me interesaban, eran socios de la cooperativa. Hablé con ellos a ver si me dejaban acceso a esas parcelas, y tuve suerte porque se trataba de una cooperativa pequeña y di con gente abierta y con ganas de cooperar que me permitió acceder a un terreno”.

Los inicios no son fáciles, y siempre tienen un añadido de reto cuando decides ir por tu cuenta y poner todo tu empeño en hacer las cosas a tu manera. “Yo podría haber elaborado en la cooperativa, pero sentía la necesidad de tener mi sitio, ahora lo veo y pienso, qué loca estaba (risas).

Pedí un crédito de 35000€. Previamente había elaborado un vino en Jumilla, en plan piloto, que también estaba vendiendo por aquel entonces, y con eso me financié. Alquilé una parcela pegada a las viñas e instalé un módulo portátil que me inventé (risas). Fue mucho trabajo burocrático y mucha bricomanía. De eso hará ya 3 años”.

2016 vio la primera añada de Bullas, un vino que salió con mucho esfuerzo y dedicación: “el primer año perdí el 70% de la uva ya que no se acabó la construcción a tiempo.

Yo era muy inocente en esa época, ahora ya saco los dientes, y es otra cosa, ya me conocen y me respetan en el pueblo. En 2017 hice 6000 botellas de La del Terreno, y empecé con Ninja de las uvas, que es un vino 100% Garnacha como ningún otro que se pueda encontrar en la zona. Es el vino que elaboro para la cooperativa tal y como yo quiero: sin aditivos, sin agroquímicos. Ese vino fue muy bien, se vendió muy rápido y lo hemos repetido en 2018. El 2019 ha sido un año de poca producción ya que ha sido complicado por la lluvia, y de cara a 2020 vamos a elaborar la parcela completa que es la única que hay en Bullas”.

Julia es energía en estado puro, de esas personas que contagian su entusiasmo con gran naturalidad, y ha conseguido atraer a un público muy afín a su filosofía. “Aunque trabajo yo sola la mayoría del tiempo, cada vendimia vienen amigos o proyectos educativos a colaborar con el proyecto; la idea es poder hacerme una casa bodega con un espacio que permita también abrir a formación en todas las artesanías del vino en un medio plazo. No tengo equipo pero me siento muy arropada, y también me da tiempo a hacer mi propia exportación a 10 países, entre ellos Estados Unidos, Japón y Tailandia.

Su labor en la viña se basa en la mínima intervención, y desde el principio ha trabajado sin aditivos. “He tenido la suerte de acertar con la selección de las parcelas, las he cogido de manera que estén muy bien aireadas, se encuentran en un parque natural protegido desde hace más de 40 años, a más de 800 metros de altura, y nunca han sido tratadas con agroquímicos”.

Recientemente su proyecto ha captado la atención de las instituciones públicas, y ha sido propuesta como emprendedora excelente por parte del Instituto de Fomento de la Región de Murcia. “Un reconocimiento así te anima a seguir adelante, te otorga cierta visibilidad y contactos, el poder conocer a las personas adecuadas dentro de la administración, aquellas que realmente están dispuestas a acompañarte en el trámite de permisos, licencias, etc. que son realmente muy difíciles”.

Hablamos también de lo que supone ser una mujer joven que está empezando un proyecto vinícola por su cuenta, la recepción y el trato. “Creo que he tenido mucha suerte porque atraigo a un público que es muy afín a mi forma de sentir y pensar el vino, y al final la vida, ya que tu profesión es también tu vida personal.

En general me han recibido muy bien, aunque por otro lado, y lo digo sin ningún tipo de tapujo, hay un lobby de señores que son los que deciden, se reparten los puntos, vetan las listas de importadores con los que trabajan (“a este si lo metes, me voy”) y apoyan sólo a sus amigos, que representan una parte hipertrofiada del sector. A veces el exceso de colegueo en el sector no deja paso a otras cosas, e impide que crezcan otros proyectos que ellos perciben como peligrosos para su negocio”.

“En algunas ferias te encuentras los típicos tíos que van de consagrados con un ego enorme, y las palmaditas en la espalda por un trabajo bien hecho no te las van a dar a ti, a ti te van a dar un comentario sobre tu aspecto físico”.

Con este comportamiento algunos deberían sentirse cada vez más avergonzados, además es muy común en las ferias, nunca te acaban de ver como una profesional: me siento muchas veces cuestionada, como que te hablan con paternalismo, y yo ahí no me quedo callada, he dejado pasar muchas.

“Debemos nombrarlo, decirlo en sus caras, que se avergüencen y que cambien”.

Tampoco el sector de los vinos alternativos se libra de estos comportamientos estereotipados: “en el ámbito más alternativo y natural se cuela algún machirulo que considera que te tiene que dar su bendición o decirte como tienes que hacer las cosas, sin preocuparse de preguntar por tu formación o conocer tu trabajo.

Afortunadamente, creo que las mujeres del sector nos estamos apoyando bastante mutuamente. Debemos ser conscientes de que el mundo del vino es un espacio a ocupar, hace poco muchas veces no podíamos ni acercarnos. Personalmente admiro mucho a mujeres como Bea Herranz, Viqui Torres, Sara Perez, Elisabetta Foradori o Elena Pantaleoni”.

Julia estará en la feria Vinos offf the record, el próximo 4 de febrero de 2020 en Barcelona.

#funkystories 2019. keepitfunkybcn@gmail.com

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Linda Silva
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Written by Linda Silva

Journalist, sommelier, event producer and experiential marketer. Writing stories on drinking culture at @keepitfunkybcn Ask away: ciao@silvalinda.com

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