Entre tú y yo hay una panda de alcohólicos funcionales

Otra Ronda es la vida contemporánea encarada a una realidad sobre la que es incómodo reflexionar o hablar

Linda Silva
4 min readOct 11, 2022

Pasó mucho tiempo hasta que decidí darle una oportunidad a Otra Ronda. Ni los premios, ni la buena crítica ni el revuelo mediático lograron convencerme. Intenté esquivarla durante meses, siempre con cierto pánico a sentirme horrorosamente identificada con la trama o con alguno de sus personajes, y esperando encontrarme con todos los tópicos y prejuicios que como sociedad tenemos sobre el acto de beber y l@s que beben.

Lo cierto es que mis terrores no se cumplieron, y con cierto alivio entendí que la trama está mucho más enfocada en hablar de la vida, de la amistad y de la voluntad de superar las adversidades que del delirio del borracho. A pesar de que también se palpa la huella de la decadencia, ésta se redirige para dar luz a varios problemas sociales que influencian o derivan en cierta tendencia al alcoholismo.

Resumiendo brevemente:

Otra Ronda es la historia de cuatro amigos que se sumergen en un experimento inspirado en la teoría tergiversada del psicólogo noruego Finn Skårderud, que viene a decir que nacemos deficientes en alcohol, y que deberíamos intentar compensar esta carencia para llegar a nuestro máximo esplendor como personas — teoría por cierto, desmentida por el propio Skårderud, pues esta idea era más una hipótesis irónica de vividor que un estudio de rigor científico (palabras textuales).

“La cuestión es saber qué es lo más sensato”, comenta uno de los protagonistas ante el escepticismo del grupo al acordar beber únicamente en horas de trabajo y sólo con el fin de llegar al 0,5% de alcohol en sangre que indica el estudio como ideal, y que promete sacar la mejor versión de sí mismos.

Con estas premisas, los protagonistas se embarcan en un viaje de alta graduación que pese a surgir los efectos esperados al principio, acaba desplomándose con graves consecuencias emocionales y sociales para los cuatro intrépidos.

Lo que tienen los experimentos es que siempre se pueden salir de las manos, y la película muestra cuan fácil puede ser cavar tu propia tumba: lo más sensato no es siempre lo que queremos hacer. Lo más sensato no es lo más divertido, ni lo que nos hará sentirnos vivos o felices; aquí esta el riesgo del alcohol.

Somos bebedores sociales adaptados a considerar y a normalizar hasta los más obvios excesos, porque desahogarse con unas cuantas copas no tiene nada de malo mientras se esté bien vestido y se lleve una vida dentro de lo que se puede clasificar como funcional estándar.

Y aquí entramos en mis/nuestros prejuicios hacia los que beben: beber en horas de trabajo esta mal. Beber ansiosamente al salir del trabajo es normal. Beber una copa a diario es de alcohólico. Beber los fines de semana hasta casi perder el conocimiento es común.

Estas afirmaciones no son más que un reflejo de lo hipócrita de los actos sociales y de lo que se considera como bien y mal visto. Y si es real que el consumo excesivo es una elección para celebrar la vida, ¿cuánto es cultural y cuánto puede llegar a ser simple apología del alcohol y de la cultura de la borrachera? Esta es una pregunta bastante inquietante e incómoda, especialmente cuando se trabaja desde el corazón de la cultura de las bebidas y se intenta defender un consumo que no quiere tener nada que ver con el tabú del alcoholismo ni por asomo.

Mis prejuicios, de una u otra forma, condicionan lo que considero como justo. Yo también soy culpable. Mi juicio sobre el beber está arraigado a aquello que quiero considerar como positivo dentro de lo social, intelectual y emocional, aun sabiendo que la línea que delimita es fina y que puede desvanecerse, y aun consciente de que un discurso en favor del alcohol puede malinterpretarse fácilmente.

Lo cierto es que Otra Ronda es un retrato muy cercano y certero sobre nuestra realidad. Por un lado, el alcoholismo funcional, acallado o avivado a conveniencia, y por otro, el mirar siempre desde afuera: la ternura que provoca poder ofrecer consuelo al ver la derrota en el ojo ajeno es inversamente proporcional al temor a convertirse en el siguiente.

Linda

@keepitfunkybcn 2022

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Linda Silva

Journalist, sommelier, event producer and experiential marketer. Writing stories on drinking culture at @keepitfunkybcn Ask away: ciao@silvalinda.com