Beber y saber beber, esa es la cuestión
Qué tiene que ver la educación con nuestra estrecha relación con el alcohol y lo emocional
Recientemente he escrito una breve reflexión acerca del acto cultural de beber para El Comején. Quería centrar la atención en un tema que me inquieta casi tanto como el abuso del alcohol, y es la falta de educación acerca de este.
Las campañas de prevención del alcoholismo se centran en demonizar el acto de beber y el alcohol en sí, pero hacen poco o ningún incapié en las carencias emocionales que llevan a hacer un abuso de la bebida.
Afrontar los excesos requiere trabajar la emocionalidad, no sólo la individual sino también la colectiva, que muchas veces permite una sociedad que contempla de manera pasiva los problemas relacionados con el alcohol sin saber cómo reaccionar, algo tan tóxico como el problema en sí.
Encuentro especialmente vulnerable un sector de la sociedad que se inicia en la bebida desde la inocencia y sin un apoyo educativo eficaz, que vaya más allá de la prohibición paternalista. Los jóvenes encuentran en el alcohol una forma de aventurarse en la vida adulta, y comienzan a experimentar como forma de demostrarse a sí mismos que ya son mayores, aunque no le vean la gracia en absoluto en consumir algo que en el fondo les resulta repunante
¿Desde cuándo y por qué bebemos? ¿Cuánto saben los jóvenes acerca de nuestro pasado alcohólico? ¿Por qué no interesa educarles en un consumo responsable?
La cultura de las bebidas y la gastronomía contemporánea parecen estar dirigidas estrechamente a ciertos sectores de la sociedad privilegiados, y a aquellos que eligen esta área como carrera profesional o fuente de estudio. No obstante, algo tan patrimonial e intrínseco a nuestro desarrollo como sociedad y como seres humanos, no puede encajonarse para unos pocos.
Es hora de defender esta parte de nuestra cultura desde otra perspectiva. Os dejo el link al artículo a continuación:
Lean, beban con moderación, gusto y conocimiento.
Linda
